Qué quieren que les diga… Este primer mes del año pensaba escribir sobre cómo de a poco se van sumando actividades relacionadas a la música en nuestra región, pero la última semana de enero me cambió todo el panorama y me dejó listo para un fatality.
Resulta que aunque uno ponga todo de sí mismo, la precariedad de la escena musical en regiones siempre termina por dar golpes bajos. Y sé que la experiencia que les voy a contar en esta columna es parte del cotidiano que músicas y músicos han debido enfrentar durante décadas en zonas más alejadas de la capital, donde los espacios para tocar son casi nulos o muy poco comprometidos con lxs artistas.
Ya hace algunos años trabajo como agente para bandas o artistas emergentes de distintas partes de Chile. La primera banda con la que trabajé –y seguimos hasta la actualidad- es Planetario. Los conocí en Santiago y desde entonces nos hemos esforzado muchísimo para llegar a distintos lugares de Chile e incluso el extranjero. Sin embargo, nunca habíamos tenido la oportunidad de hacer un show en el Maule.
Por estos días eso iba a ocurrir. Habíamos coordinado una tocata en Talca junto a otro talentosísimo artista local (Jawar, escúchenlo) y todo marchaba perfecto. Ya estaban circulando afiches, se había coordinado la logística del transporte y el alojamiento, teníamos gestionadas e incluso publicadas notas de prensa sobre el evento. Todo desde la autogestión. Todo impulsado por nosotros mismos y nuestros recursos. Pero por la irresponsabilidad de la administración de un bar todo se fue a las pailas.
Qué bar será, se preguntarán ustedes. O quizás ya varios sepan de quién estoy hablando, porque no es primera vez que sucede algo así en ese lugar.
Se trata de Central Bar, una de las pocas opciones que hay en Talca para ver en vivo a bandas chilenas. El administrador del local no encontró nada mejor que cancelar el evento tres días antes de que se realizara, sin previo aviso, argumentando el traslado del local a otro recinto. Algo que seguramente ya tenía planificado desde antes y que ni por respeto ni empatía fue capaz de comunicarnos con anticipación.
Cuánta bronca da vivir situaciones así. Conversando con una colega (Claudia, directora de esta revista) después de este imprevisto surgió la idea de escribir sobre lo que había pasado. No sé si con ánimos de irse en mala contra el local, pero sí con la necesidad imperante de plantear una duda dolorosa: ¿Para qué nos sacamos la cresta haciendo música si después no tenemos dónde tocar?.
Hace unos 12 años, cuando estaba en el liceo, tenía una banda con mis amigos. Tocábamos covers y uno que otro tema nuestro en bares de Linares. Había solo dos opciones y alternábamos entre los que nos ofrecían unos copetes por tocar y los que nos ofrecían 20 lucas para repartirnos entre todos. Hoy me pregunto, ¿cuánto ha cambiado el panorama?
Veo músicxs, veo bandas, veo productorxs, veo nuevos estrenos, gente grabando videos, equipos difundiendo material. Pero me cuesta ver espacios donde todo este cúmulo emergente de entusiastas pueda exponer su trabajo. Carecemos de espacios con el equipamiento necesario para montar shows. Carecemos de locales que respeten y valoren el trabajo de lxs músicxs.
Sé que el coronavirus ha complicado todo, más ahora con el aumento explosivo de casos. Acá donde vivo, en Colbún, a propósito de eso se vieron obligados a cancelar las dos fechas del festival de verano. Y me alegra, total no había ningún espacio en el cartel para mostrar a artistas locales o a artistas emergentes. Puro Amar Azul, puro Américo, puro gasto millonario. 100 millones de pesos que podrían servir para palear la precariedad que viven nuestros artistas. Pero el populismo es más fuerte. Esa parecer ser la tónica en las administraciones municipales.
Sé, también, que hay espacios que escapan de mi reclamo. Hay lugares que sí respetan a lxs artistas y que sí están jugándosela por el desarrollo de la escena. En Talca existe el Teatro Regional del Maule y el Centro Cultural La Candelaria, donde hace poquito participamos en la difusión de una tocata con artistas emergentes de tres regiones distintas. En Constitución, en la playa, destaca La Terraza, donde también dan espacio a artistas emergentes. En Linares he sabido de bonitos shows en la Casa de La Cultura, la FLAC y Espacio Boulevard, donde el próximo viernes 4 de febrero estará tocando la interesantísima banda linarense Pájaros de Niebla junto a Éntomos, Vril y Criatura.
Pero todavía son pocos los lugares para tocar. Todavía son mínimas las oportunidades que se les dan a lxs músicxs para mostrar lo que hacen. Como personas que amamos este rubro debemos impulsar espacios, asistir a los eventos e invitar a más gente. No queda más que acompañar el reclamo con acciones para que esto cambie.
Y tú, ¿has tenido una mala experiencia mostrando tu música? Cuéntanos en los comentarios.