La música alternativa en la región del Maule por mucho tiempo no se ha considerado como una alternativa viable para el entretenimiento de las audiencias. Nuestra cultura musical está aferrada a lo folclórico, y aunque eso es importante para la base nuestra identidad local, no representa el sentir de las nuevas generaciones ni responde a las nuevas tendencias.
En nuestro territorio, la música alternativa, donde caben el rap, el trap, la electrónica, el indie, el punk y nuevos subgéneros de vanguardia que desafían el status quo, ha sido relegada a un sitio oscuro. Ha permanecido guardada bajo la almohada de jóvenes (de edad o espíritu) que luchan por dedicarse a lo que les apasiona, mientras su entorno, atemorizado por una identidad cultural conservadora, les presiona para que opten por oficios o profesiones más tradicionales, por trabajos más lucrativos o con mayor valoración social.
Es cierto. En el Maule es poco probable, por no decir imposible, vivir de la creación o la gestión artística así como se puede vivir a penas, por ejemplo, de trabajar en atención al cliente o ventas de planes de telefónicos. Pero, ¿por eso vamos a dejar de crear y promocionar nuestras obras? ¿Por eso vamos a seguir permitiendo que a lxs músicxs locales ni siquiera se les considere como trabajadorxs? ¿Por eso vamos a conformarnos con una mención displicente en el canal regional o una tocata pobremente remunerada en un local nocturno? Creo que hay que asumir la revolución y pasar de ser alternativxs a protagonistas.
La revolución artística y cultural en nuestra zona viene de la mano de las nuevas generaciones y las nuevas plataformas digitales. En distintas regiones de Chile, así como en distintas partes de Latinoamérica, están surgiendo cada semana nuevos proyectos musicales que se olvidaron de los grandes sellos, las discográficas o medios de difusión masiva como la tv. Muchos de ellos ni siquiera habían nacido para ver la decadencia de la antigua industria. Quizás por eso mismo les sea tan natural crear su música, subirla a Soundcloud, Spotify y/o YouTube, compartirla en redes sociales y esperar que los demás reproduzcan, comenten o compartan. Así es la cosa ahora. Los ejemplos están a la vista, aquí cerca en Talca, con el fenómeno reguetonero de Marcianeke o AK40, entre otros nombres jóvenes de ese movimiento.
Sin ánimo de seguir reclamando valoración (al menos en esta entrega) y con la energía enfocada en mostrarles nuevas ideas, nuevos sonidos y nuevas propuestas creadas en el Maule, en esta primera columna me quiero detener a destacar el trabajo vanguardista que están realizando artistas jóvenes en nuestra región. Artistas que si bien no han despertado a las masas como los casos que recién les nombré, tienen la inquietud de explorar territorios poco conocidos en nuestra zona e incluso en el país. Artistas que ni siquiera se sitúan en lo que está de moda y van más allá para mostrarnos una pequeña parte de lo que podría ser el futuro.
En primer lugar, quisiera mostrarles el trabajo que está realizando Cabro Ártico. Oriundo de Parral, con solo 22 años, Cabro Ártico está conquistando cientos de oyentes alrededor del mundo con una propuesta sofisticada y futurista donde aparecen géneros de base como el jazz y el bossa, pero tallados con una estética que explora tendencias como el lo-fi, el beat, el chill y lo kawaii. Muestra de ello son sus dos primeros álbumes “Porto Sirena” y “Plaza Viva”. E incluso, en su single más reciente “Dance Dance Cochayuyo!”, explora un subgénero musical emergente como el future funk. Escúchalo a continuación:
Continuando con las estéticas futuristas en el Maule, les quiero recomendar el trabajo del proyecto talquino Winters of Blue, quien en base a la autoproducción ha sabido construir atmósferas surreales en clave electrónica.
Detrás de Winters of Blue está Camila Valenzuela, psicóloga y artista de 25 años, quien dirige el proyecto en solitario. Así es como ha llegado a presentarse en destacados escenarios como la explanada de Matucana 100 y ha sido reseñada por medios internacionales como una apuesta latinoamericana de un género de avanzada como lo es el avant pop. Escúchala a continuación:
Para finalizar esta primera trilogía de sugerencias musicales no puedo dejar pasar a un artista que hace poco descubrí en un show al aire libre en San Javier: Enzo Piero. Recuerdo que presentó sus canciones en solitario con un computador y un controlador midi, dejando entrever una apuesta rupturista adornada de performance. Basta con decirles que a la mitad del show ya había mostrado sus mejores pasos y estaba tendido en el suelo cantando. Ahí se las dejo, una apuesta synth pop para el presente y futuro de la región:
Estas son solo tres propuestas musicales de las muchísimas que hay en la región del Maule. Se las comparto pensando en abrirnos paso a las nuevas formas de crear música. Como ya vieron, no todo se resume en guitarras, bajos, baterías y amplificadores. Aunque de eso sí que tenemos por esta zona, incluso para armar nuestro propio festival ¿no?
Lo concreto es que artistas jóvenes están intentándolo por acá, pese a las dificultades, y le suman variedad a nuestro panorama. Por eso, haciéndome cargo del título de este post, les aseguro que hay un futuro próspero para la escena musical maulina. Pronto les muestro un poco más de lo mucho y bueno que tenemos.
A la espera de la próxima columna, les dejo esta playlist con música maulina para que la escuchen, la compartan y le pongan like. Así nos apoyamos entre todos: