Revista Endémica

Memoria

Componedor de huesos, empleado municipal, árbitro de fútbol y rezador

Por Claudia Araya

Esta semana en las Cápsulas de la memoria del Museo Histórico de Yerbas Buenas compartimos los recuerdos en torno a un multifacético personaje local. Querido y recordado, es Don Juan Luis Salazar.

  • Fuente: Museo Histórico de Yerbas Buenas

Juan Luis Salazar Ortega era conocido en Yerbas Buenas porque “…fue por muchos años empleado municipal. Fue uno de los primeros empleados de la municipalidad junto con el papá de René Rodríguez y otro caballero que se llamaba Rosendo Ramos”. Hablamos de la segunda mitad del siglo XX, cuando Don Juan Luis también estuvo a cargo, por muchos años, de la mantención de la plaza de armas “…cuando la estatua del león estaba en el centro de la plaza, alrededor del León había como un jardín, era como un octágono que tenía muritos de cementos, estaba sembrado de petunias, florecidas todas, precioso el jardín”. Nuestras invitadas al taller cuentan algunas anécdotas donde don Juan Luis las auxiliaba.

“Bueno, tendría como 8 años, para una navidad me dieron una bicicleta, yo me puse a dar vueltas y vueltas por la plaza. Bueno yo choqué con la bicicleta en una de las esquinas del jardín, me fui de bruces sobre una estaca, y me hice un tajo como de una cuarta y ahí estaba don Juan Luis, él me llevó en brazos a mi casa, para que me hicieran las curaciones.”

Otras de las ocupaciones que lo hizo conocido en la comunidad era la compostura de huesos. Don Juan Luis era poseedor de un saber que hoy se pone en valor como patrimonio cultural inmaterial de nuestro país. Éste consideraba una serie de prácticas y conocimientos técnicos sobre la forma, posición y funciones de los huesos, los que se someten a evaluación a través del tacto y maniobras que alivian problemas derivados de fisuras, luxaciones, esguinces, fracturas y otro tipo de dolencia.

Los recuerdos que hay en torno a la figura de Don Juan Luis Salazar dicen relación con su buena disposición para atender algunos problemas de la comunidad relacionados con la salud, en su misma casa y a la hora que fuera “…se dedicaba a componer huesos, él aprendió y tenía ese don, hacia ungüentos y plastos y una pila de cosas.”

“Él atendía en su casa, en la cancha de carrera, siempre que paso por ahí me acuerdo de él.”

“A mí siempre se me echaban a perder los tobillos jugando al luche, y él me arreglaba y quedaba perfecto, eso sí que tenía que tener reposo, cuesta que un niño tenga reposo, pero quedaba bien. Al otro año de nuevo, el otro pie y partíamos de nuevo y me volvía a arreglar, era muy livianito de mano.”

También era reconocido en la comunidad yerbabuenina por ser árbitro de futbol local. “En una ocasión jugaba Yerbas Buenas con otro club, cobró mal y los jugadores se le fueron encima; le rompieron la camisa,” recuerda el siempre corresponsal de prensa Patricio González, quién se refiere a Don Juan Luis como una persona muy conocida y querida por los habitantes de la comuna.

Don Juan Luis “además de componer huesos él, para los velatorios, era rezador, era invitado a los velorios para que compartiera sus largos rezos”.

Esta práctica era muy común en el siglo pasado dentro de los ritos mortuorios, los velorios eran como un momento de fiesta, había comida, bebida y música, se bebía el denominado gloriado, una especie de ponche elaborado con agua ardiente. Un ejemplo de ello eran los velorios del “angelito”; los bebés al morir no eran velados cómo hoy, se hacía una especie de estatua santa, con un altar decorado con símbolos religiosos, flores y velas. Todas estas costumbres mortuorias han ido desapareciendo o transformándose drásticamente, tal como los “oficios” que estaban vinculados a estos ritos, como los que ejercía Don Juan Luis.

Otra práctica por la que es recordado nuestro protagonista eran sus viajes a la cordillera “le gustaba ir a la cordillera, iba a pescar, traía pescado seco,” el que compartía generosamente con sus vecinos y vecinas.

“Mi esposo salía con él, tenían muchas tallas, cuando salían de acaballo se ponían de acuerdo de lo que había que llevar, entonces Don Juan Luis decía, para qué llevan tanto cigarro, si ¿quién fuma? No iban ni en Panimávida y ya se había fumado todos los cigarros.”

Este personaje multifacético que es parte de la historia de Yerbas Buenas del siglo pasado, invitó a nuestras asistentes al Taller de Memoria e Historia Oral a recordar las tradiciones, costumbres, saberes populares y varias prácticas que ya no existen o que requieren ser puestas en valor por nuestra comunidad. Sin duda don Juan Luis Salazar será recordado por la comunidad yerbabuenina y el Museo Histórico de Yerbas Buenas se encargará de resguardar su historia para que sea conocida y compartida por las nuevas generaciones.

Webgrafía:

http://www.oresteplath.cl/antologia/folcrekig.html

http://www.sigpa.cl/ficha-elemento/componedores-de-huesos-en-tirua

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