Fotografía

Fotografías tomadas con ALMA (s)

por Claudia Araya

Hace un año el fotógrafo talquino René Bravo partió con un grupo de 20 mujeres hacia las Dunas de Putú en Constitución, para realizar la sesión más grande de desnudos que haya realizado. Lo acompañamos a esta increíble experiencia para contar -con ojos de espectadora- lo que significó ese momento. Fue un día intenso y sublime, el que además estuvo marcado por una alarma de tsunami. Esperamos a que la exposición fotográfica fuera revelada para nosotrxs poder contar la historia. Aquí nuestro relato.

El viaje comenzó semanas antes con los encuentros virtuales, las gestiones y logística. Por primera vez René decide hacer una sesión que involucre a tantas personas. Antes ya había realizado Kwash y Tribu, dos proyectos de desnudos en un ambiente natural, uno con hombres y otro con mujeres, pero este era distinto y además involucraba un nuevo elemento: las telas.

Por teléfono me contó la idea y sobre la convocatoria que lo tenía muy entusiasmado porque no se imaginó el impacto. Llegaron inscripciones de distintas partes de la región y también desde Santiago, incluidas madres con hijas.

El 15 de enero de 2022 nos juntamos a las 2 y media en la plaza de Talca. Soy la última en llegar aunque me fui con anticipación. Estaban en círculo, así que me fue fácil ir una a una conociendo sus rostros. René y su equipo entregaron algunas palabras y repasaron el plan para esa tarde. Un grito de Vamos! nos impulsa a subirnos a la micro urbana “Taxutal” que gentilmente colaboró para esta ocasión. El chófer nos saluda gentilmente y con entusiasmo, pone música y le sube el volumen.

Me siento al lado de Irene, una chica con la que hace tiempo tenía ganas de conversar, la ubicada por su vinculación a la música, pero esta vez pudimos hablar en persona. El viaje duraría 3 horas y tendría 2 paradas entre medio, una para ir al baño entre los maizales (eso fue muy chistoso, porque una chica se devolvió porque no lo encontraba,  y ahí se enteró de que acá el baño es entre el maíz o matorrales y listo). La otra parada fue para comprar en un negocio de carretera, de esos que parecen una casa simple por fuera, pero que por dentro son todo un mundo, y hasta tenía bar y restaurant.

Una de las chicas reparte las chapitas de regalo que hizo con la gráfica del proyecto “Alma”. El grupo grita por el gesto y ella también bromea con:  “lleve su chapita por 500 pesos” como si fuera una vendedora ambulante.

Cuando eran casi las 5 y media y nos quedaban los últimos km para llegar a las Dunas de Putú nuestros teléfonos empezaron a sonar al unísono con un ruido agobiante ¿Qué pasa???? nos preguntábamos. Era una alarma con un mensaje que decía: Alarma de Tsunami, aléjese del mar!, ¿Es broma?, me pregunté, pero no, había una alerta  por una erupción de un volcán submarino, según logramos investigar con la poca señal que había en el lugar.

El plan inicial incluía terminar la sesión en el mar, con las telas poco a poco sumergiéndose y todo eso que nos imaginábamos, pero ahora con esta noticia,  había que adaptarse. La misión ahora sería lograrlo pero sin poner a nadie en riesgo. Nos bajamos de la micro solo con lo puesto y las telas, ¿Están todas con sus telas cierto?, síiii respondieron, así que partimos caminando los metros suficientes para adentrarnos a las Dunas, (metros que con la arena parecen kilómetros) y cuando llegamos alguien dice: olvidé la tela!, así que ahí de vuelta a la micro caminando en cámara lenta por culpa de la arena.

La sesión va a comenzar y René da las primeras indicaciones: se aprovechará la curva de la duna para realizar las primeras tomas. El viento golpea fuerte y hay un grado de nerviosismo por lo que esto conlleva. No es solo es la alerta, son los miedos personales que se mezclan.

Llega el momento de desnudarse y para algunas fue muy natural y relajado, pero para otras se notaba que significaba pasar un umbral. Se escuchaban suspiros y emociones producto de lo que estaba a punto de suceder. El pelo y las telas ayudaron a algunas a pasar esta etapa.

Empieza la sesión y poco a poco el paisaje empieza a cambiar. Primera foto y todas están arriba en diagonal al cerro, las telas cubren solo sus cabezas, misión no tan fácil con el viento que había, “Afirmen la tela con sus peras” recomendaron algunas…

René grita las instrucciones y pide que pongan sus manos a la espalda. Y digo “Grita” porque el viento hace que los sonidos viajen de otra manera.

Desde abajo veo como las sombras se extienden a lo largo de la Duna, un espectáculo muy surrealista, en el cual fui la única espectadora de esa belleza de cuerpos diversos que se extendían en la inmensidad.

Segunda foto y ahora todas se acuestan en la arena y posan de lado. René se mueve, corre, mientras se hunde en la arena. Por un momento hay un silencio magistral en el que sólo se escucha el viento y los click de la cámara. Cuando de pronto aparece un jeep de turistas que a lo lejos registran este peculiar paisaje. ¿Qué habrán pensado al ver esta escena?, me preguntaba.

Nueva foto y una nueva pose. Ahora están sentadas, mientras el viento con arena golpea fuerte la cara. Mientras tanto Antonia, la realizadora audiovisual se pasea sigilosa.

Nos movemos en dirección al mar y ahora sin telas, solo mujeres de espalda a contraluz repartidas por la arena levantan las manos y se paran bien rectas.

René da las instrucciones manteniendo la distancia, mientras Tamara “la Rulo”, asiste en la dirección cerca de las chicas y es ella quien recrea con su cuerpo la posición que quieren lograr.

Se agachan, hay silencio.  Ahora suben, cada una a su ritmo y no es fácil,  se escuchan algunos gritos y risas.

La imagen es hermosa, pero no solo por lo literal de la escena, sino por lo que esto significa, pienso en los esterotipos y me alegra ver diversidad en el grupo. Son todas bellas, aunque cada una lo sea a su manera. Hay mujeres adultas y jóvenes, hay de distintas contexturas, colores, algunas con tatuajes, otras sin nada.

La sesión termina, René levanta la mano y dice: Ya chicas estamos listxs! gritos y festejos. Algunas bajan rodando, se escuchan muchas risas, hasta hay quienes repiten el juego. Hay una sensación de libertad y disfrute, de que algo ha cambiado en ellas.

Ya vestidas y en círculo,  compartimos.  Dos chicas hacen un sahúmo, sale comida, bebidas y con ello las emociones. Algunas lloran y hasta quienes estuvimos desde otras perspectivas nos emocionamos también.